DRIS, Co-creating intercultural societies: a focus on racism and discrimination

 

Comparto por aquí la información sobre el proyecto europeo de diálogo intercultural DRIS impulsado por la Fundación Interarts (Barcelona), ECCOM (Roma) e ITZ (Berlín), en el que tendré la suerte de compartir conversación, por si alguien está interesado y quiere inscribirse en la formación, quedan las últimas plazas. Para completar el formulario de solicitud y enviar su CV siga este enlace.

Muchas gracias a Eva García, Comuart, por la invitación y la confianza.

 

Comparto el texto de difusión elaborado por el proyecto:

 

La formación está dirigida a profesionales del sector cultural, de la mediación sociocultural, a representantes de asociaciones de migrantes, así como a artistas e investigadores/as conscientes de los retos que suponen para nuestra sociedad las discriminaciones por cuestiones raciales.

El ciclo de formación está dirigido a un máximo de 30 participantes. Los y las participantes serán seleccionados por una comisión interna a partir del análisis del currículum y del formulario.

PROGRAMA

La formación tendrá una duración de 30 horas, divididas en charlas, visitas de campo y sesiones de planificación participativa.

  • Conferencias/charlas (a partir de mediados de junio 2021):
    • SESIÓN DE PRESENTACIÓN, a cargo de Eva García (comuart) e Interarts.
    • SESIÓN 1, a cargo de Cristina Da Milano, ECCOMIntroducción al desarrollo de audiencias y al diálogo intercultural en el marco de las políticas y programas culturales de la UE.
    • SESIÓN 2, a cargo de Estefanía Rodero, socióloga de la cultura: Los derechos culturales. Pieza clave de la profundización democrática.
    • SESIÓN 3, a cargo de Yásnaya Aguilar, lingüista, escritora y activista mixe: Desde la otra orilla: una mirada sobre el racismo y la discriminación.
    • SESIÓN 4: a cargo de Daniela Ortiz, artista.
    • SESIÓN 5, a cargo de BCN Acció Intercultural: Contra-narrativas. Hacia sociedades libres de prejuicios.
    • SESIÓN 6, a cargo de Eva García: Valoración y evaluación de la primera fase.

 

  • Visitas de campo (Julio 2021) a proyectos artísticos de Barcelona que han abordado, desde prácticas y sensibilidades diferentes, la cuestión de la lucha contra el racismo, la discriminación y los estereotipos.
    • VISITA DE CAMPO 1, proyecto «A bao a qu«, Barcelona (Presencial).
    • VISITA DE CAMPO 2, «Espai Avinyó«, Barcelona (Presencial).
    • VISITA DE CAMPO 3, por confirmar.
  • Planificación participativa (Septiembre 2021): 12 horas (4 sesiones de 3 horas). En esta fase, a cargo de Eva García, se presentarán los principios de la planificación participativa y metodologías de trabajo. Además, los participantes se dividirán en pequeños grupos para participar en sesiones prácticas en las que se les guiará a través de un proceso de planificación participativa, convirtiendo sus ideas en posibles proyectos.

¿CUÁNDO?

El ciclo de formación tendrá lugar parcialmente en línea y, si fuera posible, será presencial entre los meses de junio y septiembre de 2021. Las primeras sesiones tendrán lugar en junio/julio de 2021, mientras que las restantes se celebrarán en septiembre de 2021. Se requerirá la participación en, al menos, el 80% de las sesiones. Próximamente confirmaremos las fechas concretas de las sesiones del programa, que será en horario de tarde (a partir de las 18h), los martes y jueves.

¿CÓMO PARTICIPAR?

El ciclo de formación es gratuito. Todos los costes serán cubiertos por el proyecto excepto los eventuales costes de desplazamiento de los/as participantes.

 

Cultura europea en pie

 

(Todas las imágenes son propiedad de Die Vielen)

 

El pasado 9 de noviembre, efeméride de la noche de los cristales rotos, creadores de todo signo, trabajadoras de instituciones culturales y representantes de todos los ámbitos de la política cultural alemana se manifestaron frente a la puerta de Brandenburgo bajo una bandera insólita. El sector cultural alemán, respondiendo a la invitación de la organización Die Vielen que ha impulsado también la Declaración de Berlín más conocida como el Manifiesto de Los Muchos,  decidió que las mantas térmicas doradas con las que las organizaciones de rescate en el Mediterráneo tratan de llevar algo de calor a los refugiados que llegan a Europa fuesen el nuevo símbolo común bajo el que aglutinar al sector cultural movilizado frente al auge en el país de los discursos del odio y los partidos de extrema derecha.

También la organización europea Culture Action Europe ha lanzado la voz de alarma, llamando a la movilización de todos los artistas, creadoras y sectores de la industria cultural y creativa europeos a través de su campaña #ActForCulture, alertando del grave retroceso en materia de derechos humanos y garantías democráticas que está en juego en las próximas elecciones europeas, buscando la creación de un cortafuegos creativo frente a la propaganda. Compartiendo la reflexión de la filósofa Caroline Emcke, “la imaginación paraliza el odio” llevan meses conjurando los peligros de la abstención y animando a ir a votar en unas elecciones decisivas para el futuro de la Unión Europea. No en vano, el Memorial de Auschwitz se vio forzado hace unos meses a emitir un comunicado condenando el incremento de ataques al recinto por parte de la extrema derecha polaca y la pasividad europea ante el repunte social del antisemitismo, al que se suma en la actualidad el discurso islamófobo que recorre de punta a punta el continente y que en España, en un clima de indiferencia y permisividad generalizado, se concretó en el ataque por parte del grupo neonazi Hogar Social a la madrileña mezquita de la M-30.

 

 

Reconociendo como valores europeos incuestionables la libertad de expresión artística y cultural, la diversidad lingüística y la protección de los derechos culturales, cada vez más organizaciones, como el European Music Council o la Beethoven Orchestra -que ha incluido en los programas de mano de todos sus conciertos la Declaración de Berlín-  están poniendo el foco de atención y llamando a los partidos políticos europeos a posicionarse frente a cuestiones como:

  • ¿qué políticas culturales pretenden implementar para poner fin a los discursos del odio en Europa?
  • ¿qué medidas contemplan para la protección laboral de los trabajadores culturales europeos, cada vez más precarizados y afrontando situaciones de mayor intermitencia?
  • ¿qué partidos se comprometen a garantizar el 1% de los presupuestos de la Unión Europea para la cultura?
  • ¿se está afrontando de alguna manera el cambio cultural insoslayable que ha de acompañar a todas las medidas que se desplieguen frente al cambio climático?

También tanto expertos como organizaciones de defensa del patrimonio europeo están haciendo una llamada al rigor y la responsabilidad colectivas frente a la utilización del patrimonio por parte de las organizaciones neofascistas para el apuntalamiento de identidades excluyentes. Entendiendo que no hay Unión Europea posible sin protección de la diversidad cultural y de sus minorías y que frente al auge de las opciones euroescépticas la defensa de los derechos culturales es una garantía para la protección de las democracias, proyectos de investigación humanística como “El Corán europeo” que dirige la historiadora española Mercedes García Arenal, marcan una línea de acción a potenciar para combatir desde el ámbito científico el peligro de los esencialismos en Europa.

Las recientes declaraciones del gobierno de Bolsonaro respecto a la urgencia de eliminar de los programas formativos y de los libros de texto en todo el país cualquier referencia tanto al movimiento LGTBI como a las propuestas de educación crítica del pedagogo brasileño Paulo Freire, aduciendo el peligro que suponen sus propuestas de cuestionamiento de la autoridad, nos alertan desde el otro lado del Atlántico, de la seriedad de la amenaza a los derechos humanos que está en el centro de la ola regresiva mundial y de la importancia que los partidos reaccionarios otorgan a las medidas de manipulación e ingeniería cultural largamente denunciadas por las relatoras de derechos culturales de Naciones Unidas en todas sus propuestas para la erradicación de los nuevos extremismos y fundamentalismos.

Recuperando el pulso con el que la cultura europea logró frenar en defensa de su propia diversidad a la Organización Mundial del Comercio enarbolando “la excepción cultural” y apelando a la capacidad del arte y la creación para impulsar cambios sociales e incidir sobre nuestra capacidad colectiva para generar otros futuros posibles, se nos convoca ahora, frente al clima de polarización, las propuestas xenófobas y la presión creciente sobre las minorías europeas, especialmente migrantes y refugiados, a estar en primera línea en la protección de los derechos humanos y la democracia en Europa. Estoy convencida de que sabremos hacerlo. Ya lo hicimos muchas veces. Willcommen im Cabaret.

#ActForCulture: adhesión a la petición de CAE para las elecciones europeas 2019

 

Desde este espacio (y desde la vida entera) nos adherimos a la campaña promovida por Culture Action Europe llamando a la movilización del sector cultural en las decisivas elecciones europeas del mes de mayo, apelando a la responsabilidad profesional colectiva del sector cultural europeo para poner en el centro del debate político la defensa de los derechos culturales y la diversidad cultural y la protección de los derechos humanos en Europa frente a los discursos del odio. Nos hacemos eco de su manifiesto por si alguien más quiere sumarse (los materiales de la campaña pueden descargarse aquí):

 

 

PETICIÓN DE CAE PARA LAS ELECCIONES EUROPEAS 2019

 

Artistas europeos contra el TTIP

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(Gracias a Periódico Diagonal por hacerse eco de este artículo, 13 de octubre de 2016)

Hace unos días, me sorprendió sorprenderme ante el hecho de que la Red Europea de Artes Escénicas IETM, en su plenario anual que se celebrará en noviembre en Valencia, hubiese programado un grupo de trabajo específico sobre los efectos del TTIP sobre la cultura europea. Mi “sorpresa” por el fuerte carácter sectorial de la reivindicación devino en alegría al conocer el llamamiento a la intervención de la UNESCO para la defensa de la diversidad cultural europea que han promovido las principales asociaciones culturales y artísticas austriacas, así como la oposición a la firma del Tratado y la defensa de la excepción cultural lanzada por Culture Action Europe.

Interesante ha sido también la movilización de los artistas ingleses a través de la iniciativa Artists against TTIP, que en colaboración con las iniciativas de la organización War on Want y el periódico The Guardian, están acercando a la opinión pública la reflexión sobre el impacto que esta nueva herramienta del neoliberalismo global tiene sobre la cultura, así como están haciendo una labor de puente con las movilizaciones contra los Tratados presentes también en los EEUU.

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Aunque ya analizamos en profundidad en otros artículos los efectos del TTIP en la cultura europea, me pareció remarcable realizar, precisamente en la Semana en la que se celebra el Otoño en Resistencia (#niCETAniTTIP, del 8 al 15 de octubre)  un breve análisis comparado del papel que el sector cultural español ha desarrollado en las movilizaciones.

La aún pobre presencia de los artistas españoles en las campañas contra el TTIP (Nacho Vegas, Juan Diego Botto, Alberto San Juan, Kiko Veneno…) sigue realizándose a título individual o dentro de la esfera de acción de los partidos políticos sin que se haya logrado hasta la fecha articular ni discursiva ni organizacionalmente una reivindicación sectorial que logre trasladar al modo de Artists against TTIP, el impacto demoledor que sobre la  muy precaria situación de las políticas culturales en España podría tener la puesta en marcha del Tratado.

Junto a la urgente reflexión que ha venido desarrollándose en estos dos últimos años en España sobre el papel que pueden jugar los artistas como constructores de sentido y como creadores de nuevos paradigmas frente a las lógicas más feroces del mercado, también se han empezado a oír voces críticas dentro del sector cultural ante el hecho de haber focalizado demasiado la atención en el IVA cultural, en detrimento de otros aspectos que también están asfixiando a los trabajadores de la cultura en nuestro país.

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El compromiso #CulturaEsRiqueza impulsado por la compañía teatral FeelGood, la plataforma Seguir Creando o la denuncia sobre las condiciones de contratación que han hecho oír artistas como la soprano Miren de Miguel, iniciativas aún esporádicas, han mostrado una realidad más poliédrica que nos obliga a abrir el foco y a construir un discurso más amplio como sector profesional que logre poner las condiciones socio-laborales y la exigencia de políticas que garanticen la protección de los derechos culturales en nuestro país. Como ya analizamos, el TTIP por su efecto sobre los derechos laborales y su progresivo desmantelamiento de algunas de las herramientas de protección de la diversidad cultural (con un impacto especialmente lesivo sobre la cultura y las economías rurales) no haría sino agravar la precaria situación que desde esta multiplicidad de voces se viene denunciando.

Quizá desde el sector cultural podríamos aprovechar la sinergia de esta semana europea de movilizaciones contra el TTIP, las conclusiones que dejará el encuentro de IETM en Valencia y la articulación coral de todo lo que ya están trasladando los artistas españoles en sintonía con sus iguales europeos para consolidar una visión sectorial más fuerte en la defensa de nuestros derechos que logre llegar con más nitidez a la sociedad española.

 

Niños solos: sobre la desaparición de niños refugiados en Europa

Publicado en Tribuna de Salamanca el 4 de enero de 2016

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Hace unos años coordiné y grabé un documental “El sueño del último baobab” sobre la realidad a la que se enfrentan los menores migrantes no acompañados que, en el terror de pateras, cayucos, camiones, travesías imposibles, son expulsados por el hambre, la guerra, la violencia económica de su mundo conocido, el amor a sus familias, sus vínculos más profundos, para enfrentarse, creyendo que en Europa existe su “mañana”, a la ceguera total de este continente que se olvidó muy pronto de su historia y que no sabe abrir los brazos ni a los niños.  Les recuerdo ahora, con sus gestos de Mali, Guinea Bissau, Senegal, Marruecos, Gambia cuando azota este domingo el último comunicado de Interpol. Viene también a mi memoria el llanto desgarrador de padres y madres españoles embarcando a sus hijos camino a Rusia protegiéndoles, a base de un sufrimiento personal insoportable, de una guerra que no entendía de edades. Los padres para sus hijos siempre quieren la vida.

Cerca de 10.000 niños refugiados, que viajaban solos, han desaparecido nada más llegar a Europa. Durante el 2015 apróximadamente 270.000 menores no acompañados han cruzado nuestras fronteras, mientras se han consolidado las mafias y se ha construido una infraestructura criminal paneuropea. Junto al enriquecimiento basado en el transporte, alojamiento, medicinas o manutención de quienes huyen del terror y los avisos sobre casos de corrupción entre el funcionariado europeo que debería estar garantizando el cumplimiento de los derechos humanos (por ejemplo denunciado por el alcalde de Roma), se habla de que muchos de estos niños terminarán en manos de redes de tráfico de personas y explotación sexual.

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En mi memoria, de nuevo, otra madre de mi país, Pilar Manjón: ¿De qué se ríen, señorías? No sólo existe una correlación pasmosa entre las políticas de migración europeas y suculentos negocios con puertas giratorias, sino que hemos permitido la proliferación de estas redes de tráfico de niños en el mismo seno de la Unión Europea a base de inacción, neoliberalismo feroz, insulto a la soberanía de los Estados y perversión del significado de la Política con mayúsculas que no se entiende fuera del gesto cierto con el que una leona defiende a su camada.

No podemos hablar de una democracia real mientras, en nuestra política exterior, nos desentendamos de nuestras obligaciones internacionales, no garanticemos el derecho de asilo, seamos incapaces de generar vías seguras de acceso a Europa y pongamos los intereses empresariales del centro de Europa por delante de los derechos humanos de cualquiera.

Ahora que estamos en pleno proceso de investidura, qué pasaría, qué pasaría si las diez mil niñas, los diez mil niños desaparecidos sin dejar rastro en esta Europa de Merkel, Le Pen y corifeos de Grandes Coaliciones, qué pasaría si en mitad de sus suntuosos banquetes acorazados de Davos, qué pasaría si ellos, si su protección fuese la única y digna línea roja, qué les pasaría, vociferantes medios, Ibex35, aparatos de partido, qué les pasaría si les mirasen a los ojos, llorasen con sus familias y se conmovieran.