Declaración internacional sobre la libertad de expresión, publicación y lectura: movilización mundial de las redes del libro

 

Me hago eco en este espacio de la movilización mundial presentada hoy por las redes internacionales del mundo del libro, la lectura y las bibliotecas en defensa de los derechos humanos y comunicada esta mañana en el Salón del Libro de Londres.

Tanto autoras, editoras, libreras, activistas como bibliotecarias han hecho un llamamiento mundial frente a la presión creciente sobre la libertad de expresión artística para garantizar el derecho a la lectura y a la edición como derechos habilitantes para la democracia a nivel global.

Aquí puedes leer el comunicado «Declaración internacional sobre la libertad de expresión, publicación y lectura» y en este enlace puedes sumarte tanto a nivel individual como organizacional al llamamiento.

 

 

Muestra de apoyo al ecosistema del libro, lectura y bibliotecas argentino frente a la Ley Ómnibus

 

Desde la humildad de este espacio, nos sumamos a todo el ecosistema del libro, lectura y bibliotecas argentino, en plena defensa de la bibliodiversidad y su importancia para la democracia, ante los riesgos de la Ley Ómnibus y el proyecto de derogación de la Ley de Defensa de la Actividad Librera así como del Fondo Nacional de las Artes y el Instituto Nacional de Teatro. Sabiendo, como hemos señalado repetidas veces, que los ataques al mundo del libro en su conjunto, pero especialmente a los eslabones más débiles de toda la cadena de valor y a medidas de protección estratégicas como el precio fijo del libro suponen un riesgo para el ejercicio efectivo de la equidad de expresión y por ello, de la salud democrática, en una red de solidaridad global frente al avance de los procesos de silenciamiento cultural y la censura, nos unimos al sector cultural argentino. Argentina, ¡estamos con vos!

Declaración de Pamplona-Iruñea de la edición independiente

 

Conjurando el riesgo de que importantes reflexiones sectoriales queden invisibilizadas o en un modesto segundo plano para el resto del sector de las políticas culturales, me hago eco de la Declaración de Pamplona-Iruñea nacida del encuentro internacional de la edición independiente celebrado el pasado mes de noviembre. El equipo organizador del Encuentro anuncia que está elaborando también durante este primer semestre una Guía de Buenas Prácticas que harán pública en los próximos meses, por lo que aquí les estaremos esperando.

Bajo el título ampliado “Declaración de Pamplona-Iruñea. Por una edición independiente, decolonial, ecológica, feminista, libre, social y solidaria” el manifiesto recoge de forma muy clara los principales retos que afronta la edición independiente tanto en nuestro país como en la esfera internacional.

Partiendo de los tres ejes clave:

  • El reconocimiento del carácter cultural, social y político del libro y la lectura.
  • El compromiso con la democratización del mundo del libro y la lectura.
  • La defensa de la lectura como práctica liberadora y para el fortalecimiento de una ciudadanía crítica

se desgrana la actual configuración neoliberal mundial del mercado del libro proponiendo ejes correctores.

Como recordaba Roger Chartier en las conversaciones recogidas en “Lectura y pandemia” que volvieron a mi memoria tras leer la Declaración de Pamplona, no podemos olvidar que la lectura “se trata también de una práctica cuyo ejercicio depende de sus condiciones de posibilidad, distribuidas de forma muy desigual en cada sociedad” y que actualmente, en términos de lectura afrontamos riesgos no solamente para el conocimiento sino también para la democracia: “el actual tipo de lectura acelerada y crédula se constituye en un poderoso instrumento de comunicación para todas las formas de manipulaciones, de falsificaciones y de reescrituras engañosas del pasado. Son amenazas temibles para el futuro.”

 

Así, para proteger la expresión de la diversidad cultural en el mundo del libro es prioritario dar la voz de alarma ante la creciente concentración del sector editorial y su actual configuración geopolítica. Esta evidente desigualdad estructural en el mundo del libro sigue siendo una manifestación de procesos más profundos de neocolonialismo, o como bien explicaba Ngugi wa Thiong´o en su clásico “Descolonizar la mente”:

 

“El control político y económico no puede ser total ni efectivo sin el dominio de las mentes. Controlar la cultura de un pueblo es dominar sus herramientas de autodefinición en relación con otros.”

 

Se pone de manifiesto también, el riesgo que esta concentración editorial supone para el efectivo control de la palabra y el refuerzo de los diversos procesos de silenciamiento (como desgrana en detalle Susan Hawthorne en su obra Bibliodiversidad), especialmente para las mujeres y las minorías. Así, si queremos fortalecer la libertad de expresión pero fundamentalmente reforzar mecanismos de equidad en el acceso a la expresión es necesario articular medidas positivas a favor de la protección de la bibliodiversidad en nuestras sociedades y denunciar los procesos de lucro editorial basados en la estigmatización y la deshumanización de todo signo.

Quizá lo más luminoso de la Declaración, junto a la mirada y responsabilidad ecológica dentro del mundo del libro, resida en el reconocimiento de la vocación democratizadora de la edición independiente, cómo el engranaje de toda la cadena de valor del mundo editorial desde una mirada que comprendiese el libro como bien común reforzaría los procesos democráticos. Así, la promoción de la bibliodiversidad, el apoyo a la edición en lenguas minorizadas, las relaciones editoriales globales en términos de horizontalidad, reciprocidad y consciencia de la interdependencia, contribuirían a la construcción de marcos posibilitadores para la justicia global.

Un documento importante (para mí junto a la declaración del mundo editorial chileno en el marco del proceso constituyente, dos documentos claramente enfocados a la creación de futuro) que nos permitirá seguir dialogando e impulsando conjuntamente una mejor y mayor defensa, también desde el ámbito editorial,  de los derechos culturales en nuestro país. Seguimos.

Bibliodiversidad

 

Como disfruté muchísimo leyendo de un tirón este libro y me gustaría sembrar aquí una semilla para lograr su edición en castellano, comparto mi lectura y reflexión por si nos fortalece o inspira.

“Bibliodiversity. A manifesto for independent publishing” de la escritora y editora australiana Susan Hawthorne, al frente de la editorial feminista Spinifex es un manifiesto rotundo desde el mundo del libro y la lectura frente a los monocultivos de la mente, tal y como los nombra su también admirada Vandana Shiva, en quien se apoya en ocasiones para tender puentes de pensamiento fecundos entre la defensa de la biodiversidad y la defensa de entornos editoriales que promuevan el libro y el discurso “justos”, sirviendo también como publicación de referencia para conocer el trabajo de la Alianza Internacional de Editores Independientes.

Desde el reconocimiento inicial de la dificultad histórica que tanto las mujeres como las personas creadoras procedentes de pueblos colonizados y esclavizados u otros colectivos oprimidos han tenido para acceder a la palabra impresa, a la difusión de su propia voz e ideas en el mundo editorial, se pone de manifiesto el peligro real que la actual concentración editorial internacional supone tanto para la salud de nuestras democracias como para la defensa de la libertad de expresión en términos de equidad. Frente al riesgo que supone la conversión de la literatura en particular y el mundo del libro en general en una simple commodity, se pone de manifiesto la obviedad de que lo original, arriesgado, inventivo, creador de horizontes que marcará a las siguientes generaciones por tener algo nuevo y relevante que decir depende de la salud de un ecosistema editorial independiente. Ecosistema que se caracteriza, además, por su compromiso local, por un “habitar” cercano que nutre y se nutre del conocimiento situado y lo refuerza.

Desde la definición de la edición independiente como aquella que no recibe dinero o apoyo ni económico ni de ningún tipo de instituciones como partidos políticos, organizaciones religiosas, universidades…que marquen las decisiones editoriales, que determinen el programa editorial a desarrollar en base al control económico, Susan Hawthorne va más allá:

  • La edición independiente se caracterizaría por su habilidad para promover el debate sobre la importancia de la bibliodiversidad en la esfera pública, como un elemento constructor de democracia.
  • Hablaríamos en términos de ecosistema de la edición independiente, teniendo en cuenta la interdependencia de todos los actores implicados en el mundo del libro y la lectura, desde la creación, el papel que desempeñan las librerías y distribuidoras independientes, el importante rol de las bibliotecas para la salvaguarda y promoción de la bibliodiversidad, el diálogo con organizaciones locales y sectoriales vinculadas al mundo del libro…
  • La defensa de la bibliodiversidad viene marcada también, como el resto de políticas culturales basadas en un enfoque de derechos humanos, por el diálogo local-global, el establecimiento de conversaciones y redes internacionales, pero especialmente por la constitución de alianzas con otras editoriales independientes para la promoción de las co-ediciones y la traducción como ejercicio político y de justicia social de primera magnitud.

 

 

  • Desde el reconocimiento de la centralidad de la búsqueda de la originalidad, las nuevas voces, la palabra relevante que transforma que identifica al ecosistema de la edición independiente, Susan Hawthorne subraya el peligro de obviar la realidad: el hecho de estar operando en un mercado, en un entorno cargado políticamente que necesita nuestros ojos abiertos. Editar es una actividad social, cultural y transformadora que siempre corre el riesgo de ser cooptada.
  • Frente a procesos de homogeneización e infantilización mundiales que contribuyen tanto a rebajar las expectativas lectoras como a sofocar el cuestionamiento político o imaginativo del poder, a través de la reproducción en serie de “lo normal” (cada vez que leo “lo normal” recuerdo este poema de la poeta argentina Susy Shock), “lo no marcado”, Hawthorne subraya la correlación entre estas fórmulas editoriales y procesos de dominación históricos como el racismo basados precisamente en el dominio de “lo no marcado”, “lo que no es lo otro”.
  • Desde su experiencia de décadas como editora feminista, para Hawthorne no hay duda: un elemento esencial de la bibliodiversidad es el feminismo, poniendo el foco sobre un eje central. La feminización mundial de la pobreza tiene un impacto lacerante sobre la libertad de discurso de las mujeres, su posibilidad de hablar libremente y acceder a que su discurso sea escuchado. Así se impulsa el concepto “fair speech” para considerar con seriedad los efectos del silenciamiento y comprometerse en el impulso de un ecosistema del libro justo, en el que se promueva la escucha o la lectura de todas las voces socialmente expulsadas hacia los márgenes. Así, el libro justo, el discurso justo y el comercio justo del libro serían ejes centrales de un ecosistema del libro basado en los derechos humanos (son muy interesantes los ejemplos que utiliza Hawthorne para denunciar las prácticas comerciales abusivas del Norte global vinculadas al libro como el dumping editorial o las donaciones encubiertas como estrategias neocoloniales que ahogan el impulso de estrategias editoriales y de conocimiento locales y en lengua materna, por ejemplo)

Apoyándose tanto en la conceptualización feminista del conocimiento situado como en la definición del investigador ugandés Paul Wangoola de multiversidad, que tienen en cuenta el lugar y el contexto de quien conoce, poniendo en valor tanto el conocimiento local como a las personas conocedoras, respetando los conocimientos nacidos desde la experiencia y no sólo a través de la investigación y el estudio, Susan Hawthorne es tajante: la salud de un sistema ecosocial puede medirse por la salud de su industria editorial y su bibliodiversidad, por el rango de voces variadas que pueden escucharse. Así, desde el reconocimiento, una vez más (las que hagan falta) de que “los universales estéticos” tienden a trabajar contra los miembros más desfavorecidos de una sociedad, las posturas multiversalistas reconocen un mundo en el que la existencia de múltiples formas de conocimiento alternativas son importantes para el conocimiento humano en su conjunto.

 

Particularmente interesante me ha resultado su reflexión sobre la importancia que la protección de los derechos morales de las creadoras juega en el ecosistema de la edición independiente, dado que muchas veces, dado el carácter de las resistencias al poder que encarnan y al que dan voz, tienen que hacer frente no sólo a campañas de difamación sino a estrategias de distorsión (de su imagen, sus palabras) e invisibilización o apropiación de sus ideas y discursos (la luz de gas como violencia económica y política). Desde la consciencia de que la producción de la bibliodiversidad ha habitado tradicionalmente los márgenes (sociales, políticos, geográficos, lingüísticos) el hecho de poner el foco sobre la defensa de la integridad moral de las autoras es estratégico en términos de profundización democrática.

 

Así, el manifiesto culmina con la defensa de un ecosistema editorial independiente orgánico, no sólo que tenga en cuenta con responsabilidad las conexiones entre medio ambiente y acción editorial, sino que tome conciencia de que los mismos procesos de concentración empresarial mundial, expansión del monocultivo y silenciamiento de alternativas que se han vivenciado en otras esferas, como la agroindustria mundial, encuentran su correlato en el ámbito cultural en organizaciones e instituciones favorecedoras de los “monocultivos de la mente”. Así la protección de la bibliodiversidad supondría en último término la defensa de la equidad de expresión sin la que no se puede hablar, si queremos hacerlo en serio, de democracia.

 

Lectura muy recomendable, ¡ojalá una traducción (o varias) pronto!