Las amistades peligrosas: TTIP y cultura europea

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Si bien a medida que las filtraciones sobre las negociaciones secretas entre la Unión Europea y Estados Unidos relacionadas con el Tratado de Libre Comercio llegaban a la opinión pública europea y generaban grandes movilizaciones en las principales ciudades denunciando la falta de transparencia del proceso y la presión de los lobbies multinacionales frente a los intereses ciudadanos, no es menos cierto que en dichas movilizaciones el papel del sector cultural europeo, frente a los colectivos ecologistas, feministas o sindicales, ha sido menor. Sin embargo, las negociaciones del TTIP apuntan directamente a algunos elementos clave que han definido las políticas culturales europeas hasta el momento y que merecen un análisis más detallado.

La soberanía cultural en riesgo.

Si la UNESCO en el año 2005 adoptaba la Convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales, recogiendo de algún modo la herencia de la lucha por el reconocimiento de la excepción cultural abanderada por Francia ante la OMC en la década anterior, no podemos olvidar que fue precisamente EEUU uno de los países que votó en contra de la misma. Entre los principales temores del sector cultural europeo se encuentra el de la pérdida de soberanía cultural de los Estados y el riesgo de que medidas de protección clásicas como la propia excepción cultural audiovisual o los servicios públicos en materia de cultura y radiotelevisión puedan ser denunciados frente a los tribunales privados de arbitraje que contempla el TTIP alegando daños a los intereses económicos de las grandes multinacionales. En esta misma línea, existe preocupación respecto a la protección de la diversidad cultural europea, especialmente en el ámbito lingüístico y los efectos que un posible desmantelamiento de estas medidas de protección pudieran tener sobre su permanencia y riqueza.

TTIP, Cultura y mundo rural europeo

Otro de los elementos clave de la negociación del TTIP que está generando mayor rechazo y en el que convergen las movilizaciones ecologistas, culturales y de defensa del mundo rural es el relativo a la controversia sobre las denominaciones de origen e indicaciones geográficas, claves en la política agraria europea y sin embargo, un límite obvio para la entrada masiva de los productos de la agroindustria estadounidense. Estas denominaciones de origen e indicaciones geográficas están vinculadas a conocimientos tradicionales vinculados a pueblos autóctonos, también reconocidos por la UNESCO y llevan aparejadas formas de trabajo agrícola y ganadero que permiten el mantenimiento de determinados paisajes culturales que se verían en riesgo frente a los procesos uniformizadores de la agroindustria. El impacto sobre la economía rural europea, la cultura gastronómica y paisajística, así como el efecto que todo ello tendría sobre la ya alarmante despoblación son los argumentos que se están planteando en la movilización.

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La excepción del sector audiovisual

Sin embargo, hay un sector que, no sin enfrentamiento, ha sido excluido de las negociaciones por parte de la Unión Europea  bajo amenazas de bloqueo llevadas a cabo por algunos estados miembro. Se trata del sector audiovisual, campo de batalla ya conocido en la Organización Mundial del Comercio, dado el gran desequilibrio internacional existente respecto a la poderosa industria estadounidense. No en vano, los EEUU alcanzan los 13.000 millones de dólares en exportaciones vinculadas a este sector y su industria del entretenimiento es su segunda mayor fuente de exportaciones, frente a las dificultades que encuentra el cine europeo para hacerse un hueco en el mercado audiovisual estadounidense, que encuentra en su propia catalogación por edades, su diversidad lingüística y el carácter marginal de las salas de cine no comercial en EEUU, barreras difíciles de sortear. No son nuevas las reflexiones profesionales respecto al riesgo de la americanización de la cultura a nivel internacional (ya Canadá, sin ir más lejos, dejó fuera este mismo sector en la aprobación del NAFTA entre EEUU, México y Canadá) y la consecuente influencia y homogeneización de hábitos, imaginarios y valores que lleva aparejada la distribución masiva de contenidos audiovisuales. El sector cinematográfico europeo teme que las cuotas de exhibición en salas y de emisión televisiva de contenidos europeos estén en riesgo ante la firma del TTIP. También hace un llamamiento a los políticos europeos para que sorteen las presiones de los grandes lobbies tecnológicos (Google, Netflix) que están peleando para que la distribución on-line de estos mismos contenidos audiovisuales no sea considerada cultura y pueda así incorporarse por otras vías a la negociación del TTIP.

El sector tecnológico europeo ante el uso de patentes

El sector tecnológico también ha dado la voz de alarma. Su principal preocupación reside en la armonización legal entre la UE y EEUU en relación a las patentes de software, mucho más restrictiva en el caso europeo, y que llegada su liberalización, según el sector, frenarían el desarrollo del software libre y dejarían la innovación tecnológica y científica exclusivamente en manos de aquellos que pudiesen pagar las tarifas por el uso de dichas patentes. De igual modo temen la desigualdad y desprotección legal ante la que se encontrarían las Pymes y autónomos frente a las multinacionales llegado el caso de posibles litigios por el uso de las mismas.

Pero no sólo son las patentes, señalan. La protección de datos y la propiedad intelectual cuentan con un nivel de protección muy diferente a ambos lados del Atlántico. Mientras en la UE la protección de datos es reconocida como un derecho fundamental, la transferencia y comercio de datos por parte de las empresas en EEUU es muy permisiva y el derecho a su protección está contemplado como un derecho del consumidor. El riesgo de que la armonización legal se dé a la baja es uno de los ejes clave de la movilización ciudadana contra el TTIP tanto en EEUU como en la Unión Europea. También la protección en materia de propiedad intelectual está en entredicho, dado que mientras la legislación europea protege la titularidad de las obras prohibiendo su enajenación, en EEUU está permitida la venta total de derechos.

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El sector editorial y la batalla por el precio fijo

Caso aparte merece la inclusión del sector editorial en las negociaciones, que no ha contado con la misma protección que el audiovisual, bajo el convencimiento de que corre menos riesgo de ser absorbido por la industria editorial estadounidense. Sin embargo, los sindicatos y gremios de editores europeos han mostrado su preocupación por el peligro que pueda llegar a correr en las negociaciones la política del precio fijo de los libros, garantía de la bibliodiversidad, que protege al sector de la concentración editorial y permite la supervivencia de pequeñas librerías y editoriales frente a gigantes comerciales. Defienden también la importancia del papel de las pequeñas librerías en el paisaje urbano frente al auge de la gentrificación de los centros monumentales e históricos europeos, en los que dichos grupos comerciales se ven beneficiados por todo tipo de ventajas fiscales. Frente a las palabras tranquilizadoras que reciben por parte de la Comisión Europea, el sector editorial recuerda la multa que interpuso la misma Comisión a Francia cuando defendió que el libro electrónico debía ser considerado libro y por tanto tributar igual que los libros en papel.

Ante todo ello, la cultura europea está haciendo un llamamiento para unificar sus respuestas, más allá de los intereses sectoriales de cada una de las ramas afectadas, con el fin de ejercer una mayor presión conjunta y reivindicar su protagonismo en la planificación de las políticas culturales europeas, abriendo espacios para el debate y la participación ciudadana, generando lazos y compartiendo estrategias con el resto de colectivos afectados por el TTIP y reivindicando la defensa de la diversidad cultural como eje clave de la identidad europea.

 

 

Castilla y León como la que más

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Durante la Transición utilizó Andalucía la expresión “Andalucía como la que más” para reivindicar su papel específico en la articulación territorial de España y llevar la mirada hacia el abandono secular y el empobrecimiento de su gente.

En esta Nueva y Segunda Transición que ahora vivimos tendríamos que preguntarnos qué papel queremos que juegue Castilla y León y su gente en el afán por crear un nuevo país plurinacional y fraterno y cómo vamos a superar la dejadez y la deuda que tiene la democracia española con el desarrollo de nuestra tierra.

Si una generación existe como tal cuando cobra consciencia de su propio drama y obra en consecuencia habría que pensar cómo vamos a incorporar en la agenda política estatal las necesidades acuciantes de nuestro territorio y cómo vamos a quitarnos de encima y deslegitimar el relato impuesto sobre qué es Castilla y León.

La definición marcada a hierro y fuego por el nacionalcatolicismo y el franquismo que igualó a Castilla y León con España, que se inventó como esencia su papel evangelizador y puso su máximo afán en la vigilancia irredenta para que no se extraviasen las “periferias”, ese relato que nos robó los posibles espejos del pasado en los que encontrar referentes para la acción colectiva y para el que aún hoy sobran partidos como continuadores acríticos de este “relato mítico” así como contemplamos cómo la inmensa parte de la izquierda en nuestro país sigue relacionándose con esta “Castilla nacionalcatólica” sin percibir la Castilla y León actual y su emergencia, como decía, este relato tiene que cambiar.

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¿No deberíamos tomar conciencia de que, hoy por hoy, 2016, Castilla y León, con Gramsci, es periferia respecto a los grandes núcleos de poder (económico, social, mediático, político) y configura un grupo e identidad subalterna respecto al resto del país? ¿No deberíamos darnos cuenta de que es urgente reflexionar y nombrar otra Castilla y León que nos permita solucionar la extrema gravedad del abandono que ha caracterizado la relación de esta democracia, que no lo es, con nuestra tierra?

No sólo pienso que hemos de liderar este diálogo, este proceso colectivo de mirarnos sin complejos, de hablar de Castilla y León hoy, de la importancia de incorporarnos con seriedad a la economía del conocimiento, de profundizar en las aportaciones de la soberanía alimentaria, de enorgullecernos de cómo desde nuestro campo se están dando respuestas absolutamente invisibilizadas frente al neoliberalismo y la violencia de las multinacionales agroalimentarias, de ser conscientes del talento que está aportando Castilla y León, por ejemplo, y su protagonismo en la innovación cultural de este país, de nuestro bagaje histórico en otros modelos de ordenación territorial que priman la comarcalización y la economía de proximidad frente a ciclos largos, de nuestro conocimiento en la interrelación entre desarrollo, ecología y nuevo modelo energético. La oportunidad de diálogo popular que nos brinda la propuesta de Reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla y León este 2016 y nuestro afán vigilante para que no se cierre por arriba, para que sean los y las de abajo castellano-leoneses quienes impongan su definición sobre qué necesita nuestra tierra, cuáles habrían de ser las prioridades de acción así como qué queremos que signifique Castilla y León en el conjunto de nuestro país, marca, desde mi punto de vista, una línea de acción política fundamental para nuestro país en esta Nueva Transición.

 

Construir la humillación: discurso neoliberal y Sur de Europa

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Publicado en La Marea el 12 de octubre de 2015

Publicado en Rebelión el 13 de octubre de 2015

Como bien nos enseña Jorge Alemán, “la realidad está constitutivamente
construida por discursos”. Si bien la Escuela de Frankfurt ya nos señaló los peligros
de la emergencia del Discurso Capitalista (con mayúsculas) que se pretendía
monolítico y sin fisuras, los años 80 vinieron a envolverlo en celofán con el “No hay
alternativas” de Margaret Thatcher.
¿Qué tipo de argumentos nos hemos dado como sociedad europea para dar
permiso a las instituciones de la UE en su intervención en Grecia? ¿Cuál ha sido la
trama de consentimientos implícitos que nos han llevado a desembocar en esta
crisis internacional de soberanía?
En primer lugar, deberíamos fijar nuestra atención sobre la construcción cultural
del significado del centro de Europa frente a la “periferia”. Es curioso constatar
cómo se ha construido este antagonismo de modo que se solapa de un modo casi
perfecto con los valores neoliberales. Frente al Sur que ha quedado designado
alrededor del eje “lo retrasado, lo popular, lo material, lo ingobernable, el derroche,
lo irracional”, Alemania (y por extensión la Troika) se ha erigido como encarnación
del progreso, el prestigio, la innovación, el orden, la disciplina y la contención, sin
que existan ni en un caso ni en el otro elementos reales que permitan tal
generalización. Han sido las élites económicas del Sur, las que desde una posición
de inferioridad que buscaba ser revertida a través del “permiso a pertenecer” las
que reforzaron a través de su emulación esta dicotomía.
Este mismo discurso incorporado en los medios de comunicación europeos y en los
medios griegos, controlados por la oligarquía helena, contribuyeron a invisibilizar
durante la época de “bonanza” previa al estallido de la crisis de 2008, la inacción de
los gobiernos griego, español, italiano y portugués para impulsar cambios
institucionales y de operativa en el Banco Central Europeo, así como el aumento
paulatino de los beneficios que los bancos franceses y alemanes estaban
obteniendo con las burbujas inmobiliarias del Sur de Europa. De igual modo, bajo
este discurso de estigmatización del Sur, se ocultó que tras seis años de obediente
aplicación de las medidas de austeridad por parte del último gobierno griego,
Grecia perdió el 25% del PIB y tenía al 60% de su juventud en el paro.
Frente a este enorme antagonismo discursivo, la situación griega ha puesto otros
elementos importantes de relieve.

Tecnocracia y Política
Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, socialdemócrata, abogó por la
sustitución del Gobierno de Syriza democráticamente elegido por otro conformado
por tecnócratas. De igual manera, en pleno proceso negociador de la deuda, el
propio Tsipras afirmaba: “si pudiese quedar a solas a cenar con Ángela Merkel
encontraríamos una fórmula de solución en menos de dos horas”. La negación del
lado ideológico del proceso tiene un componente ideológico en sí mismo que ha
sido enmascarado por el barniz de “lo técnico” y no basado en decisiones políticas.
Nos encontramos frente al mito de la administración neutral y la “buena gestión”
del que tanto se sirve el neoliberalismo como barrera. Es el mismo“conocimiento
neutral experto” que expulsó a Varoufakis del propio proceso negociador o que
estamos viendo en las negociaciones del TTIP en la Comisión Europea. Al fin y al
cabo, no es la gestión el punto débil del Sur de Europa, sino como afirmaba el
Financial Times “El vínculo más débil de la eurozona es el de los votantes”…

 

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Culpa y Castigo
Frente al Silencio Ruidoso del que nos habla Boaventura de Sousa con el que
nombra el hecho de que el sufrimiento social no esté encontrando espacios para
decirse frente a la imposición de la “lógica del sacrificio” que está sustentando las
medidas de austeridad, nos encontramos con un eje discursivo que encuentra un
amplio eco en países de importante tradición católica (ortodoxa en el caso griego).
Se trata de hacer entender la deuda, el hecho económico de la deuda (utilizado
como dominación política y elemento de control y dependencia) como un
proceso de culpa nacional que se corrige mediante la expiación, el sacrificio y la
aplicación de correctivos a “vagos y derrochadores” que no se individualizan sino
que se difuminan entre la población en general.
Es interesante observar cómo, frente a otros procesos de deuda, el discurso
asociado cambia.
Así, si frente a la deuda bancaria se asimiló el chantaje: “si yo caigo, tú caes
conmigo”; frente a la deuda de países como Estados Unidos se expresa desde
términos de control de la situación o negociación, en el caso griego y del Sur de
Europa se busca la imagen social de la humillación (esas fotografías de colas frente
a los cajeros automáticos tan interesadamente repetidas…)
Naturalización del poder neoliberal
¿Por qué no se nombró la situación en Grecia, antes de la llegada al gobierno de
Syriza como“crisis humanitaria”? No sólo se había reducido el PIB en un 25% y el
déficit presupuestario en un 15%. No sólo existía un 60% de desempleo juvenil y
un 40% de niños en situación de pobreza. Se había doblado el índice nacional de
pobreza, había aumentado la tasa de suicidios y la de mortalidad infantil. Se había
producido la desregulación total del mercado de trabajo y junto a la destrucción
productiva y la emigración masiva, derechos sociales básicos como la sanidad
estaban encontrando su última expresión en consultas médicas y farmacias
sociales.
¿Por qué desde los medios de comunicación y espacios de análisis político en
ningún momento se utilizó esta expresión? La capacidad del neoliberalismo para
hacer pasar por natural un dogma económico que sitúa “lo catastrófico” en todo
aquello que se sitúa fuera es una de las razones. Los programas de austeridad que
están generando estas crisis humanitarias en el sur europeo cuentan con un
mecanismo ideológico previo por el cual se desplaza la culpa de las élites
económicas a la población en general. Fue Mario Draghi quien participó a través de
Goldman Sachs en la falsificación de los libros de cuentas griegos que permitieron
su entrada en la eurozona y los propios “altos funcionarios de la UE” quienes
potenciaron una situaciónde “neo-protectorado” a través de la dependencia de los
sectores turístico e inmobiliario y el aumento de las exportaciones de los
productos alemanes a los países periféricos, contribuyendo a profundizar la
división europea del trabajo por la que el Sur de Europa vive su propio proceso de
“maquilización” en forma de precariedad e impulso de los sectores de bajo valor
añadido.
Aún no hemos visto que se exijan responsabilidades personales o profesionales a
quienes ostentaban cargos de representación pública y que llevaron a Grecia a esta
situación.

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Lobby financiero y Soberanía
Fue Varoufakis quien nombró el proceso de negociación de la deuda griega como
un “golpe de Estado financiero”. Poniendo sobre la mesa el hecho de que las
instituciones europeas estaban utilizando el euro como instrumento de
dominación económica y política en nombre de un gran lobby que había sustituido
a la soberanía europea, fue después Juncker quien apuntaló, aunque desde la
dirección opuesta este edificio argumental remarcando: “no puede haber
decisiones democráticas contra los tratados europeos”.
Es interesante poner el acento sobre el hecho de que han cambiado los
mecanismos de coerción, que, siguiendo lo que planteaba Foucault en “La
microfísica del poder”, nos encontramos ante la invisibilización del “enemigo” que,
ante intervenciones contrarias a la soberanía nacional, impide una articulación
clara de respuesta.
El uso de la amenaza y el dictado de condiciones encontraron su eco en los medios
de comunicación bajo la terminología “neutra” de la “negociación” cuando en
realidad se estaba dando un proceso de acumulación de arbitrariedades. En mitad
de la fase más dura de conversaciones tanto la socialdemocracia europea como los
conservadores se situaron en la denuncia de Grecia por su “incapacidad de acatar”,
su “estrategia de conflicto” y su “intransigencia”, reforzando la visión de
desigualdad que subyace en la propia petición de humildad y contribuyendo
mediáticamente al descrédito de las alternativas.
Emergencia de una nueva posibilidad
Llama la atención también el cambio discursivo dentro de las “alternativas
políticas”. Si bien la socialdemocracia europea de los años 60 llevaba en sus
programas medidas fiscales que en la actualidad serían tachadas como gestos
desafiantes y radicalidad, demostrándonos el dominio hegemónico del
neoliberalismo en Europa en las últimas décadas, el caso de Syriza nos muestra
que la apelación al país, a la construcción de un nuevo significado del “orgullo
nacional” a través de la denuncia de los memorandos, el recuerdo de las aún no
resueltas reparaciones de guerra de Alemania a Grecia, así como el hecho clave de
poner en el centro la soberanía y la denuncia de la pérdida de ésta ante los
organismos económicos internacionales y los intereses lobbystas que habitan en
su seno, marcan un nuevo camino para la articulación discursiva del Sur de
Europa. La resignificación de la noción de país y de la afectividad relacionada con
el sentido de soberanía, muestran una posible puerta de salida democrática a la
actual crisis de significado europea frente al riesgo del auge de los nuevos
fascismos y la xenofobia.
La búsqueda de un cambio en la correlación de fuerzas, que lograse integrar junto
a los países del Sur de Europa, las demandas de una Europa del Este igualmente
“estigmatizada”, así como la capacidad de tender puentes desde el propio sur de
Europa al Sur Global de cara a revertir la búsqueda continua del neoliberalismo del
“ejemplo negativo” que demuestre que “es imposible” generar un modelo
alternativo al actual, nos puede reconciliar con la creencia de que, una vez más
citando a Alemán que cita al poeta, “sólo en el peligro de la política puede crecer lo
que nos salva”.

El TTIP contra las mujeres

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Publicado en Pikara Magazine el 16 de enero de 2015

Publicado en Viento Sur el 11 de marzo de 2015

 

Hace unos meses Lourdes Benería manifestaba que el feminismo en Europa no había cuestionado con la suficiente fuerza lo que nos traía el modelo neoliberal, que no había introducido como algo central este tema en su agenda. No estábamos haciendo el suficiente hincapié en que cada vez es más profundo el conflicto entre capital y vida. Veíamos a nuestras compañeras latinoamericanas movilizarse contra el NAFTA, contra el ALCA, generar nuevos frentes contra el libre comercio, salir a la calle bajo el lema “somos mujeres, no mercancías”, pero aunque desde las redes internacionales se seguían y conocían estos procesos, la “maquilización”, se consideraba más un tema de apoyo a las redes feministas que como un tema PROPIO de nuestra agenda.

Pues bien, ya tenemos en casa el caballo de Troya, se requiere información, acción y respuesta porque, como ya se ha dicho, no se trata de un enfrentamiento entre EEUU y Europa, sino un abuso del poder corporativo y multinacional frente a la soberanía democrática.

ENTRANDO DE LLENO EN EL ASUNTO:

¿Qué nos estamos jugando las mujeres con la aprobación del TTIP?

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Sabemos que el proceso de negociación no está centrado en el tema arancelario, sino en la “cooperación reguladora”, es decir, normativas a la baja. Pues bien, ¿cuál es la “normativa más baja”?

EEUU es la única democracia que no ha ratificado la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer, no reconoce (al igual que Irán, Somalia o Sudán del Sur) al CEDAW, ni ha firmado el protocolo del mismo que, con sus fallos y lentitudes, permite las denuncias individuales por discriminación y la investigación internacional. Precisamente han sido los grupos que ahora se están sentando a negociar con la UE los que frenaron el proceso de ratificación, es decir: grupo conservador, el fundamentalismo religioso estadounidense y el sector empresarial, en base a tres argumentos, revestidos de ética, con efectos comerciales:

  • “Obligar a los EEUU a pagar a hombres y mujeres lo mismo por igual trabajo atenta contra las bases del sistema de libre comercio y es un ataque a nuestra soberanía” (Senadora Wendy McElroy)
  • La garantía de los derechos sexuales y reproductivos –públicos y gratuitos- y la libertad sexual son contrarios a los derechos religiosos, que prevalecen. “Son incompatibles con la tradición y la política de los EEUU que defienden la maternidad y ven a la maternidad con el mayor honor y respeto” (Y benefician a la sanidad privada)
  • La coeducación y la corresponsabilidad atentan contra los valores tradicionales de la familia “Son incompatibles con la tradición y la política de los EEUU que defienden la maternidad (Y sustentan los cuidados que permiten que el capitalismo funcione)
  • Entre los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo que EEUU no ha firmado se encuentran:
    • Igualdad de remuneración entre hombres y mujeres.
    • Apoyo a trabajadores/as con responsabilidades familiares.
    • Trabajadores/as domésticos.
    • Año 2000, Convenio sobre la protección de la maternidad (regulan los permisos, prestaciones, derecho a la lactancia)

El riesgo en el proceso de negociación comercial, que contempla todas las protecciones laborales que buscan la corresponsabilidad como COSTES a eliminar, es que las empresas europeas que los aceptaron obligadas y a regañadientes (como nos recordó el Círculo de Empresarios la semana pasada) por las legislaciones nacionales, aprovechen la coyuntura para presionar a los gobiernos, en aras del beneficio económico y el éxito comercial, para desregular y retroceder en este campo.

Nos preocupa también que, a través de la puesta en marcha de los tribunales ISDS, que equiparan multinacionales y estados soberanos a través de un burdo sistema de arbitraje, puedan sancionar en aras de los daños comerciales, políticas públicas de fomento de la corresponsabilidad que para nosotras son muy importantes, como la ampliación de los servicios públicos de guardería en el periodo de 0 a 3 años o la ampliación de los permisos de maternidad y paternidad iguales, intransferibles, ampliados y pagados.

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De igual manera, en los procesos de privatización de servicios públicos y recortes en el Estado del Bienestar que están en juego, por la feminización del empleo público (precisamente por el mayor cumplimiento de las leyes de protección en lo público que en lo privado) lo que se destruye es empleo de calidad de las mujeres, transformándolo en empleo precario. Mientras nuestro secretario de estado de comercio, Jaime García –Legaz afirma que el TTIP creará 144.000 empleos, el Centro de investigación de política económica de los agentes de banca de Londres estiman en dos millones los empleos en riesgo entre EEUU y la UE. Las multinacionales no generan puestos de trabajo, aumentan sus beneficios, pero la creación de empleo nunca ha sido una prioridad, está siempre vinculada a la PyME.

Igualmente, cuando se recortan servicios públicos, aguantan el “shock social” las mujeres, haciéndose cargo de la sostenibilidad del bienestar y la vida, y minimizando los efectos de los recortes en servicios para la infancia, la salud o la dependencia. Sabemos también que en el caso de rentas altas, estos recortes se solventan traspasando las labores de cuidados a las mujeres del Sur, emigrantes, con el efecto devastador que tiene sobre sus propias sociedades de origen.

Siguiendo en la línea del avance de la precariedad, hay un área también muy feminizada, los servicios a las empresas y las comunicaciones y el sector cultural (la ICC) que también se van a ver afectados -el sector audiovisual, por la fuerte denuncia que ha tenido en Francia en su defensa de la excepción cultural parece que de momento se va a quedar fuera-. Reflexionando sobre los riesgos de la “maquilización de Europa”, pienso que nuestra maquila no va a ser tan industrial, como una maquila de la creatividad y el conocimiento. Contratos a tiempo parcial, trabajos desde casa que ahorran costes, negociación en solitario, jornadas eternas, efectos desocializadores que vuelven a invisibilizar el trabajo de las mujeres y que tienen una correlación sobre la salud y el bienestar (el aumento del consumo de psicofármacos). Como decía Benería sobre el hecho de haber sido poco tajantes, hemos hablado mucho de techos de cristal, que son muy importantes, que beneficiaban privilegios de clase, y no tanto de “suelos pegajosos” del riesgo de institucionalizar la precariedad, convertirla en norma y recortar la autonomía económica (con los efectos que tiene sobre la superación de la violencia de género o el día a día de familias monoparentales).

CONFLUENCIA CON EL ECOLOGISMO

En el proceso de confluencia del feminismo con la denuncia ecologista del TTIP ponemos el foco especialmente sobre la gran industria de la mercantilización y medicalización del cuerpo de las mujeres (no en vano L´Oreal es la segunda gran fortuna europea por detrás de Inditex, dos ejemplos de multinacionales con un patrón de consumo muy generizado y a la vez con una responsabilidad evidente sobre la explotación laboral de las mujeres del Sur). Pues bien, mientras que la UE prohíbe la utilización de 1200 sustancias químicas en este sector, EEUU prohíbe sólo 12, por lo que si en los procesos de negociación se va a la baja, la exposición a sustancias nocivas estará también generizada, a la vez que a través de la desregulación de la protección de datos para fines comerciales, estaremos bombardeadas por la llamada al consumo. La resistencia y la información que despleguemos aquí será clave.

También en el ámbito agrícola y ganadero (dejando a un lado el hecho de dar más espacio a multinacionales que están especulando con productos alimentarios básicos para la creación de agrocombustibles que impactan sobre la propiedad de la tierra de las mujeres y su soberanía alimentaria), en España corremos el riesgo de acelerar el proceso de DESPOBLACIÓN RURAL. Las mujeres están trabajando principalmente en las explotaciones familiares y en productos regulados y protegidos (denominaciones de origen) que están en riesgo frente a la entrada de las multinacionales agrarias y ganaderas estadounidenses. La emigración de las mujeres en el medio rural supone la muerte del mismo: se “solterizan” los pueblos envejecen, no hay niñ@s ni jóvenes, se pierden servicios básicos y se convierte en la pescadilla que muerde la cola, porque no atrae a nuevos pobladores.

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POR TODO ESTO:

Como nos han dicho nuestras compañeras latinoamericanas, la clave ahora está en NO ACEPTAR ESTE MODELO COMO UN HECHO y luchar porque los valores de la economía feminista pasen al centro. Se trata de decir NO a los acuerdos, ya no basta con introducir cláusulas de género o denunciar, por ejemplo, el sesgo androcéntrico de quienes lo están negociando (como dicen María José Capellín y Amaia Pérez Orozco, los BBVAh: Blancos, burgueses, varones, adultos y heterosexuales). Se trata de hacer ver que la macroeconomía no es neutra y que el patriarcado y el neoliberalismo van de la mano y se refuerzan mutuamente. Se trata de entender que la denuncia del feminismo al neoliberalismo y al capitalismo más feroz apunta a la línea de flotación. Se está mercantilizando la vida, los cuerpos y nos toca ya llevar a la opinión pública el hecho de que el centro son las personas, no los mercados y empezar a socavar la lógica de la ACUMULACIÓN. Una vida dedicada al más, más, más lejos, más cantidad, ¿para qué? Nos toca el diálogo de confluencia con todas las economías críticas para generar una respuesta firme y crear alternativas y llevar al centro nuestra ECODEPENDENCIA y nuestra VULNERABILIDAD. La imagen de la competición individualizada y feroz, del sálvese quién pueda, es irreal e insostenible, porque la vida no es así, la vida es en relación. Por eso a pesar de la urgencia, no podemos renunciar a seguir pensando sobre el sentido de nuestro trabajo, ni renunciar a la terquedad de que no todo es monetizable.

Hay que huir también de los discursos que individualizan el “fracaso” y nos aíslan, sin tener en cuenta que estamos sufriendo las consecuencias de la avaricia y la extracción (de los cajeros) hecha política.

Podemos pararlo, ya se ha hecho antes, se han conseguido 500.000 firmas contra el TTIP en 5 días, con movilización en 27 países, ha habido protestas en más de 300 ciudades, están pendientes de sus costes electorales y creo que, con el feminismo también en pie, con la estrategia del vampiro que propone Susan George, pararemos el TTIP exponiéndolo a la luz.